La literatura, al igual que gran parte de las artes que se desarrollan en el presente, tiene milenios de existencia. Aunque en tiempos remotos su lenguaje y características disentían en gran medida de las actuales, este arte aún conserva los ejes que hacen de esta una práctica única y fundamental para el desarrollo humano.
Los primeros indicios de escritura se remontan a los sumerios y sus tablillas cuneiformes. Más allá del significado de estos símbolos, la importancia de registrar los acontecimientos o la cosmovisión del mundo comienza más o menos en este punto, para luego dar paso a epopeyas y registros históricos.
Los primeros intentos de lo que hoy podría llamarse literatura clásica se hallan en los poemas de Homero, epopeyas y composiciones clásicas del mundo griego, que fueron escritas entre el siglo VIII y VI a.C. Aunque se desconoce realmente su fecha exacta, o si realmente existió el tal Homero, esta obra ha perdurado en el tiempo, y ha sido la piedra angular de una tradición literaria que se desarrolla desde entonces.
Más o menos por la misma época, podemos datar las fábulas de Esopo, escritor griego que vivió entre el siglo VII a.C. y el siglo VI a.C. Entre las primeras compilaciones que se tienen de estas fábulas, resalta Augustana, la que contiene más de 500 fábulas, muchas de las cuales han sido recogidas al día de hoy y siguen siendo parte de la cultura popular.
Más tarde podemos encontrar los primeros escritos de Sófocles, en la misma región del mundo, o al menos en la misma cultura helénica. Más que conocido por escribir tragedias griegas como Edipo Rey y Antígona, este poeta trágico cimentó las bases del relato teatral y de ficción, desde el cual se pueden proyectar todos los posteriores géneros que competen a la literatura.
De toda su obra, que a todas luces parece más que abudante, solo se conservan siete tragedias completas, entre las que descatan las mencionadas anteriormente.
Es tal su relevancia como autor, que sus primeras menciones aparecen en fragmentos en las obras de Aristóteles, Ateneo y Plutarco, así como citas a su obra, la cual seguía reproduciéndose después de varios años de su muerte.
Otro autor considerado entre los tres más importantes poetas trágicos del mundo griego antiguo es Eurípides. Aunque este se aleja de la línea de Sófocles, este autor considera, asimismo, el destino como fuente capital de su trabajo.
Sus obras se definen en un tiempo lejano, en el que los dioses eran los acaecidos por el destino. Entre sus obras más destacadas se hallan Medea, Hipólito, Electra, Las Troyanas y El Cíclope. Su construcción de un mundo divino permanece hasta nosotros en la incorporación del camino del héroe y el destino como piedra principal de la literatura universal.