La literatura romana de los primeros siglos del primer milenio, y de antes, tomó bastante de los escritos griegos antiguos, así como de otros idiomas de la zona como el umbro, el osco y el etrusco.
A pesar de que en la literatura romana existen vestigios de intentos locales, sobre todo después de la fundación de Roma, el verdadero impulso llegó con Livio Andrónico, en el siglo III a.C.
El poeta Livio Andrónico puede considerarse como el primer gran poeta latino, que incorporó partes del drama griego en su obra. Al día de hoy se conservan 20 libros de sus dramas, aunque todos muy fragmentados.
Entre los géneros en los que Livio Andrónico escribió se hallan la épica, en la cual tradujo varios versos de Homero, y la comedia, de la cual casi no se conservan restos. Se presume que estas fueron las primeras obras en ser presentadas.
Más tarde llegaría Nevio, autor del finales del siglo III a.C. Amante de los griegos, halló gran inspiración en la aristocracia romana. Nevio también escribió tragedia de gran potencia y actividad, una de ellas basada en la Primera Guerra Púnica, a la vez que comedias.
Plauto es otro poeta de la misma índole de la literatura romana, basando su relato y tragedia en la segunda Guerra Púnica, tratando de fortalecer el patriotismo de sus huestes. Sus poemas buscan corregir el espíritu de la época y muchos de ellos se conservan hasta nuestros días.
Muchos poetas y dramaturgos pasaron por estos años, pero el que más destaca es el poeta Virgilio, autor de obras tan reconocidas como Eneida, las Geórgicas y las Bucólicas.
Lo más importante de la obra de Virgilio es que refleja cómo era el hombre de la época, con las vicisitudes propias de unos años convulsionados, donde el Imperio Romano fortalecía sus límites y consolidaba su poder sobre toda la cuenca del Mediterráneo, y más allá.
Hoy por hoy, la obra de este gran poeta sigue siendo material de estudio tanto para estudiantes como para maestros, y sus líneas y versos establecen un punto central en la literatura que se afianzaría en los siglos subsecuentes. Esta, sumada, a los grandes clásicos de la Grecia clásica, construirían los pilares de la literatura moderna.